miércoles, 19 de febrero de 2014

México de ahora igual al de hace 500 años

El país en el que me ha tocado vivir se asemeja mucho al que era hace más de quinientos años, antes de La Conquista de México, sobre todo en los últimos quince años.

Es de sobra conocido que el sacrificio humano era práctica cotidiana de nuestros indígenas, la cosmovisión indígena necesitaba el sacrificio humano para la supervivencia del universo. De este modo la muerte de indígenas, en la piedra de los sacrificios, salvaba al cosmos, pues con su sangre alimentaban a los voraces téotl que de esta manera dejaban que el universo siguiera existiendo.

Desde la mentalidad indígena no era una acción grotesca, era una acción heroica, pues con la muerte de una persona salvaban a toda la humanidad.

Además los indígenas tenían sus Tzompantli, una especie de vitrina donde se mostraban los trofeos de guerra, un altar hecho de cráneos humanos.


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En el México de ahora los téotl, que es aquel que se hace pasar por dioses, siguen existiendo. Dios es el único ser capaz de dar  vida y por tanto, capaz de quitarla. La violencia que azota a nuestro país nos demuestra que los téotl existen, pues hay gente que decide quien muere y quien vive. Hay gente que mata, que asesina por dinero, por droga o por poder. Gente que juega a ser dios tomándose atribuciones que no le corresponden. Los téotles siguen vigentes.


Los sacrificios humanos siguen vigentes a pesar de que Tenochtitlan y su religión extinta se encuentre ya. A diario, en este país desgarrado, mueren personas que son sacrificadas por aquellos a quienes hoy llamo téotles. Algunos sacrificios sirven para levantar conciencia como el caso Sicilia, que tras el sacrificio del hijo del poeta Javier Sicilia, miles de personas movidas pasionalmente se entregan a un movimiento de protesta.

Los Tzompantli aparecen descaradamente por todas partes, a cualquier hora del día y en cualquier lugar. La autoridad no para de encontrar restos humanos de sacrificados: cabezas, brazos, cuerpos mutilados que a diario se encuentran a todo lo largo y ancho del país, en fosas clandestinas o a flor de tierra.


Fuente: ver aquí

El mundo cambia, las costumbres a veces no. A casi quinientos años mi país parece regirse por las mismas costumbre y por la misma religión de quienes habitaron antiguamente estas tierras. ¿Quién es más bárbaro, quién sacrificaba creyendo salvar a la humanidad, o quienes sacrifican por dinero, droga, poder o por salvarse a sí mismo?