jueves, 21 de mayo de 2009

Influenza en México

Origen de la influenza

Hasta hace unas semanas para mí el “mal del cochino” era almorzar, comer o cenar tan abundantemente que antes de llegar a los postres el sueño me ponía en brazos de Morfeo. Hoy las cosas han cambiado, llegó la Influenza Porcina.

Hay tanta información, demasiada, que no me queda otra que dejar que pase lo que tenga que pasar y acercarme al Señor de la Salud ver imagen para pedir por mí, los míos y mi muy lastimado México. (No, cuando hablo del Señor de la Salud no me refiero al gordito, vestido de blanco que baila frente a una cadena de farmacias).

¿Por qué digo que hay demasiada información?

Porque hay información, que sobra y va y bien por Internet, para muestra algunos botones:

Me han llegado un correos en cadena -para variar- donde alguien supone que esta cuasi-pandemia es inventada como una cortina de humo para ocultar lo siguiente:

a.- La aprobación de “la iniciativa de ley para legalizar las drogas, con lo que se permite la aportación de dosis mínimas de marihuana, cocaína, opio, cristal y otras drogas”

b.- La aprobación de la “ley de La Policía Federal“.

c.- El otorgamiento a México de “un crédito de 47,000 millones de dólares que solicito el Gobierno de México para afrontar la crisis, si 47,000 millones, o sea 658,000 millones de pesos mexicanos, en un plazo de un año, esto significa que ahora hay deuda externa en grande y como siempre el que paga es el pueblo“… etc.

d.- Que la verdadera razón de la visita de Barack Obama a México fue para ocultar que “venia a cerrar un trato (El comando Norte) con el que se acepta que militares estadounidenses entren a México y poco a poco se apoderen del territorio, de los pozos petroleros y de las reservas de los mantos acuíferos”.

Por otra parte me pregunto ¿por qué hay tantos casos casi sólo en México? ¿Por qué no se han presentado casos fatales en otros países? O si los hay son muy pocos.

Confieso desconocer la razón verdadera. Pero antes de pensar en complots extraterrestres o imperialistas, se me ocurre que quizá tenga que ver que frecuentemente, cuando buscas atención médica oficial, el médico (joven recién egresado e inexperto o viejo burócrata inconforme) solo acierta uno de cada diez diagnósticos; los otros nueve son solo paliativos basados en un pequeñísimo cuadro básico de medicamentos.

U otra es que los mexicanos somos muy desidiosos y sólo acudimos al médico cuando nos esta llevando la fregada, acostumbramos a remedios caseros, te de manzanilla, limón con tequila para la tos y mil etcéteras. Además en higiene no andamos muy bien que digamos, algunos hogares ni cuentan con agua adecuada para lavarse.


Por otro lado, confío más en el Señor de la Salud que en las cifras oficiales; porque no hay sistemas establecidos ni confiables para llevar el recuento de las enfermedades en nuestro país. La razón es simple; depende del diagnóstico.

Un médico, catedrático universitario decía a su clase, en son de broma, que ante la duda y en el último de los casos un diagnóstico infalible era “Paro cardíaco” pues hasta ese momento él no conocía un solo fallecido cuyo corazón siguiera funcionando. Con diagnósticos semejantes es imposible tener estadísticas confiables.

Si a esa carencia de conocimiento y ética, sumamos la carencia de tecnología médica, sobran las razones por las que se desconozca el origen de esta enfermedad; empezando, en este caso, por no saber aún quien es el Paciente Cero. Sobre todo cuando las autoridades políticas se atreven a confirmar o desmentir información que debería ser competencia única y exclusiva de los profesionales de la medicina.

Así, estamos entre Edgar Hernández Edgar Hernández Hernández de 5 años o Adela María Gutiérrez, oaxaqueña de 39 años o la comunidad de La Gloria, en Perote, Veracruz que de acuerdo a Reforma, Veratect dio la voz de alarma respecto a 400 casos registrados en la población de 3,000 habitantes. Este último caso involucra a la transnacional Smithfield Foods y su socio mexicano Granjas Carroll.

Total que nadie sabe, pero cada quien desea llevar agua a su molino.

A mí lo poco que me ha gustado de toda esta debacle fue ver, por fin, que la Influenza Porcina logró lo que nadie; ponerle un tapabocas a las Vacas Sagradas de San Lázaro (los diputados y senadores).

¡Dios bendiga a los cerdos!

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